Una
muerte silenciosa…
por Ángel Castro
En el
momento que nos quedamos en calma y en silencio, comenzamos a escuchar sonidos
a los que normalmente no les prestamos atención. No existe el silencio
absoluto, al menos en el planeta Tierra. Lo más cercano que podemos
experimentar es el interior de una
cámara anecoica. Y no es una experiencia grata para la mayoría de
personas.
Una
cámara anecoica es una habitación aislada
de fuentes acústicas externas y con un diseño interno de suelo,
techo y paredes que absorbe todas
ondas acústicas y todas las ondas electromagnéticas. El aislamiento externo impide
la entrada de ruido y la absorción de ondas en el interior minimiza la
reflexión y eco.
El
resultado es lo más parecido que podemos experimentar a estar en un espacio abierto, infinito y de silencio
absoluto, ya que no nos llega ningún ruido desde fuera y las ondas
acústicas que se puedan producir en el interior son absorbidas por las paredes
de la cámara sin que llegue ningún retorno.
En la
actualidad, la cámara anecoica del
“Microsoft Audio Lab” es el lugar más silencioso de la Tierra ( al menos
cuenta con ese récord Guinness). Hay que tener en cuenta que la vibración del
propio planeta emite ondas sonoras, aunque el ser humano no las pueda percibir.
Técnicamente, el silencio absoluto
sólo existe en el vacío, el cuál desaparece en cuanto estamos allí.
La locura del silencio absoluto...
Los
estímulos sonoros en nuestro cerebro son constantes a lo largo de nuestra de
vida y estamos tan acostumbrados que la gran mayoría pasan desapercibidos. Cuando
uno se enfrenta al silencio absoluto externo, el cerebro deja de recibir esos
estímulos y se centra en estímulos
internos. El latido del corazón, los movimientos intestinales o la
respiración comienzan a escucharse de forma muy intensa.
Algunas
personas, como el compositor John Cage, han llegado a oír sonidos que los ingenieros identifican con el flujo sanguíneo o el funcionamiento del sistema nervioso.
Al
comienzo de una privación sensorial se puede sentir calma y tranquilidad y
algunas técnicas de meditación lo utilizan como vehículo. Precisamente a través de la meditación, algunas
personas aseguran experimentar silencio total, aunque esto no deja de ser una
experiencia subjetiva que no se
corresponde con una ausencia real de sonido.
Sin
embargo, para la mayoría de personas, una privación sensorial mantenida durante
cierto tiempo provoca fuertes
ataques de ansiedad, alucinaciones y paranoia. Y es lo que puede ocurrir
en el interior de una cámara anecoica. La privación de sonido puede provocar
alucinaciones tras exposiciones de tan sólo 15 minutos.
De hecho, la privación sensorial
ha sido utilizada como método de tortura, siendo uno de los casos más sonados
el de José Padilla, prisionero en Estados Unidos que fue sometido a
privación sensorial durante 1307 días.
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