DÍAS PARA VERLA
por Cristian Ugalde
Ese día tomé un camión para
llegar a su casa, quizá debí, para ese momento, esperar y saber cuál era el
lugar donde vivía, pero, ¿quién en su no sano juicio lo haría? además, si la
montaña no viene hacia ti, debes ir hacia la montaña.
Por lo que me había contado, su
casa debía estar cerca de alguna escuela. Recuerdo que de pequeño mi padre me
traía por estos lugares, ¿cuántas veces fueron? perdí la cuenta. Había estado cerca
de los canales que dan por la periferia,
caminado por el pueblo aledaño e incluso pasado cerca de su pueblo sin
considerar que ella viviera ahí.
Desde que google maps se utiliza,
regularmente lo ocupo para llegar a un lugar desconocido –no como en tiempos de
nuestros abuelos o nuestros padres, cuando era necesario ir preguntando–. Preguntando
se llega a Roma, decían, pero ahora no es tan necesario, basta con teclear un
poco y el lugar aparece. También era cierto que jamás me dio su dirección, su
casa era secreta para mí, pues he de considerar que todos sus vecinos, amigos y
familiares la conocían.
“Suerte con tu google maps”, fue
lo que me dijo la noche anterior, y sí, suerte, pues verla una o dos veces cada
ciertos días me desvariaba; días, horas y minutos fugaces para saludarle e
intercambiar palabras… días para verla.
30-03-2017
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