LA ESTÉTICA CARNÍVORA.
por Ángel Castro
La introducción de la carne cruda en la dieta y el uso de
herramientas líticas primitivas podrían explicar cambios evolutivos ocurridos
en la dentición y en el aparato masticador de los primeros humanos, de los
individuos ancestrales del género Homo.
Una investigación publicada en la revista Nature,
revela que la carne y las herramientas, y no la posterior técnica de cocinar
los alimentos con fuego, podrían haber permitido a los humanos primitivos
desarrollar una maquinaria masticadora -mandíbulas y dientes- de menor tamaño,
lo que podría haber tenido un efecto sobre otras funciones como la capacidad
para hablar, la termorregulación o incluso cambios en el tamaño y la forma del
cerebro.
Muchos científicos ya habían especulado antes con la posibilidad
de que la incorporación de la carne a la dieta de aquellos primeros humanos, el
uso de herramientas -para machacar o cortar pequeños trozos de carne- o el
cocinado de los alimentos pudieran haber hecho posible esos cambios en la
morfología de su aparato masticador. No obstante, los datos arqueológicos
indican que los primeros Homo controlaron el fuego hasta hace cerca de un millón de años y no cocinaron los alimentos hasta
hace unos 500.000 años.
El experimento.
Para tratar de despejar dudas sobre qué llevó a los primeros
humanos a esos cambios morfológicos, los autores del trabajo -ambos de la
Universidad de Harvard (EEUU)- diseñaron una serie de experimentos para
reproducir los cambios que pudieron introducir en el masticado de alimentos la
incorporación de la carne, el uso de herramientas y la cocina. Las pruebas
consistieron en dar de comer carne cruda y otros alimentos vegetales ricos en
almidón consumidos en el Paleolítico inferior como el boniato, la remolacha o
la zanahoria a tres grupos de personas -34 individuos en total- divididos por
edades para analizar la fuerza y el tiempo requeridos en la masticación de cada
alimento antes de ser triturados y de poder ser tragados.
La conclusión.
Las conclusiones no dejan espacio para la duda: Consumir una
dieta compuesta en una tercera parte de carne y trocear o machacar los
alimentos con ayuda de herramientas líticas podría haber reducido en un 17% el
tiempo de masticado y en un 26% la fuerza requerida para procesar y poder
tragar esa comida.
El tejido muscular es más denso desde un punto de vista calórico
que la inmensa mayoría de los vegetales, pero es muy difícil de masticar con
las muelas romas y con pocas crestas propias de los homínidos y grandes simios.
"Los carnívoros, por el contrario, tienen molares afilados y dientes
diseñados para cortar que les permiten masticar la carne cruda", ha asegurado
Katherine Zink, del Departamento de Biología Evolutiva Humana de Harvard y
coautora del trabajo.
"La carne cruda en grandes pedazos es algo muy difícil de
masticar. Puedes masticar y masticar y masticar... y no ocurre nada. Esto pasa
porque es algo muy elástico y se necesita una dentición afilada,
diseñada para cortar, para poder comerla de forma eficiente", ha explicado
Daniel Lieberman, autor del trabajo, en una teleconferencia de prensa.
"Nuestra dentición no está preparada para eso, por eso los primeros humanos
necesitaron la ayuda de las herramientas. Es algo que también le ocurre a otros
grandes simios. En nuestro experimento vimos cómo un chimpancé adulto puede
tardar 11 horas en consumir un pequeño mono de 4 kilos de peso, del tamaño de
un gato, y aunque el cuerpo incluye huesos, cartílagos y otras estructuras
difíciles de masticar, la mayor parte del tiempo se requiere para el consumo de
carne cruda con una dentición poco afilada", ha asegurado el investigador.
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